En esta piscina marina y solitaria
me siento a escuchar el cantar de las olas,
hoy en bajo soleado,
sacando sus emociones en espuma
como desearíamos hacer todos-
hacernos agua en tempestad y calma,
fluir pero con ritmo y pausa;
cataratas de sal cayendo
como duchas de desahogo en mitad del mediterráneo
corazón palpitando de rocas gruesas
sobreviviendo enmascaradas como islas apacibles
en este inmenso mar de ruinas.
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