domingo, 11 de diciembre de 2016
Diluvio en Donostia
Llueve con ganas de vivir,
bailando claque, o más bien,
ezpatadantza, por encima
de los paraguas negros, y los montes cantan
los chirridos del txirimiri,
empapándonos con la venganza del mar,
nos dice "no se me puede domar".
Los edificios color arena lloran
desde sus antiguas ventanas, por los turistas con
cámaras que no podrán capturar;
y entre la capa de nubes sombrías
el sol, escondido, ilumina
con las farolas- equivocadas, pensando en la noche-
la alegria de un follaje
incesante en su verde,
color de la esperanza.
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