Soñe con verdes que acababan en mar
y mares con nombres bailarines;
pero lo que vi,
fueron colinas hechas tan jungla cómo océano,
voces suaves al ritmo de caderas
con un idioma que navega las olas del verano,
arcoíris que saludan cada tarde,
entre volcanes dormidos
esperando entre chipeos su momento de despertar
con la paciencia de un surfista,
reinan sobre las islas sin querer ser protagonistas.
Soñé con el paraíso y
viví la realidad de un pueblo con ganas de ser suyo.
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