de las tardes de lluvia en el patio
y el piano del vecino recorriendo el edificio
mi esterilla de yoga y las velas empañando los recuerdos de luz,
la morriña del alma
Que nunca se acabe la sombra de las hojas en la calle,
y el olor a la comida recién hecha saliendo por las cocinas del cuarto,
la noche cayendo poco a poco y entre nubes
acariciando la modorra del domingo por la noche
Que nunca me olvide de las tardes de juegos de mesa
entre sillones de Ikea y sillas de tu abuela,
los cuadros colgados de los viajes que siempre volvieron a este hogar
y los silencios cargados de ruido de ciudad.
Que nunca se acabe la sombra de las hojas en la calle,
y el olor a la comida recién hecha saliendo por las cocinas del cuarto,
la noche cayendo poco a poco y entre nubes
acariciando la modorra del domingo por la noche
Que nunca me olvide de las tardes de juegos de mesa
entre sillones de Ikea y sillas de tu abuela,
los cuadros colgados de los viajes que siempre volvieron a este hogar
y los silencios cargados de ruido de ciudad.
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