Conocida por tus autobuses rojos
contraste fotogénico del gris
de tu calles, constantes de peatones
y elegantes taxis, llevando escondida
tu oscura historia en nuevos
monumentos de cristal y plazas
rebosando con restaurantes exuberantes,
capitalismo occidental pillando cada sentido
y ese humor que no se ríe,
borboteando entre la lluvia, que cae
menos de lo que parece y retrasa
cada tren, manteniendo esa frenética energía
de creerse el centro del mundo y verse
día a día con culturas que bailan y cantan
en la misma calle gris, contrastando- como todo aquí-
con los trajes que van llenando los bancos
y las sonrisas inclinadas que van saliendo
de cada aplaudido espectáculo.
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